Tentada by P. C. Cast & Kristin Cast

Tentada by P. C. Cast & Kristin Cast

autor:P. C. Cast & Kristin Cast [Cast, P. C. & Cast, Kristin]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2009-10-23T04:00:00+00:00


22

Zoey

Escuché el grito sofocado de horror de Stevie Rae, que imitaron todos los que nos rodeaban, pero Darius no dudó.

—¿Queda algún cuervo del escarnio vivo aquí?

—Ninguno. Ojalá sus almas se pudran eternamente en las profundidades más recónditas del otro mundo —dijo Lenobia con amargura.

—¿Murió alguien más?

—No, aunque hay varios heridos. Han llenado la enfermería. Neferet era nuestra única sanadora de verdad, y ahora que ella… —La voz de Lenobia se apagó.

—Entonces Zoey tiene que ir con los heridos —dijo Stark.

Lenobia y yo arrugamos la frente, interrogantes.

—¿Yo? Pero yo…

—Tú eres lo más cercano que tenemos a una alta sacerdotisa. Si hay iniciados y vampiros heridos en la Casa de la Noche, necesitan a su alta sacerdotisa —dijo Stark, sencillamente.

—Especialmente si tiene afinidad por el espíritu. Sin duda podrías ayudar a aliviar a los heridos —añadió Darius.

—Tenéis razón, por supuesto —dijo Lenobia, apartando su largo pelo, de un rubio casi blanco, de la cara—. Lo siento. La muerte de Stasia ha sido un duro golpe para mí. No pienso con claridad.

Trató de esbozar una sonrisa, pero lo que consiguió se parecía más a una mueca, al levantar forzadamente las comisuras de sus labios, que a una sonrisa de verdad.

—Tu ayuda es bienvenida y necesaria, Zoey.

—Haré lo que pueda.

Lo dije con una confianza fingida en la voz, pero la verdad era que el simple hecho de pensar en gente herida me estaba poniendo mala.

—Todos vamos a ir a echar una mano —dijo Stevie Rae—. Si una afinidad puede ayudar, quizá cinco puedan ayudar cinco veces más.

—Quizá —dijo Lenobia, derrotada y triste.

—Traerá de nuevo la esperanza.

Miré hacia abajo para ver a Aphrodite acercándose a Darius y cogiéndole de la mano. Lenobia le lanzó una mirada escéptica.

—Creo que vas a notar que hay ciertas cosas que han cambiado en la Casa de la Noche, Aphrodite.

—Eso está bien. Se nos dan bien los cambios —dijo Aphrodite.

—Sí, nosotros somos el cambio —dijo Kramisha.

Varios de los otros chicos hicieron sonidos para expresar su acuerdo.

Estaba tan orgullosa de ellos que casi rompí a llorar.

—Creo que estamos listos para ir a casa —dije.

—A casa… —Lenobia repitió las palabras con una voz triste y baja—. Entonces seguidme a eso en lo que se ha convertido nuestra casa.

Se giró, chasqueó la lengua y, como si fuesen uno, los tres caballos la siguieron sin que nosotros les diésemos ninguna orden.

Desde la entrada principal de la escuela entramos en el aparcamiento. Allí, Darius le indicó a Heath que aparcase el Hummer y todos nos paramos a desmontar y reagruparnos. La esquina del edificio de los profesores y la enfermería nos impedían ver el corazón de los terrenos de la escuela, así que, inquietantemente, lo único que percibíamos eran las sombras danzantes que creaban las llamas.

Excepto por el sonido crepitante del fuego consumiendo la madera, la escuela estaba en un silencio absoluto.

—Es grave —dijo Shaunee en voz baja.

—¿A qué te refieres? —pregunté.

—Siento la tristeza a través de las llamas. Es grave —repitió.

—Shaunee tiene razón —dijo Lenobia—. Yo llevaré los caballos al establo. ¿Queréis venir conmigo



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